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¿Deben vacunarse los niños contra el virus del papiloma?

La infección por el VPH (virus del papiloma humano) es una infección provocada por virus, algunos con proteínas llamadas «oncógenas» que pueden tener relación con cáncer de genitales (cervix, vagina, pene, ano…), particularmente los tipos 16 y 18. Los virus tipo 6 y 11 son de bajo riesgo aunque tienen relación con la formación de verrugas o condilomas que aparecen en genitales de ambos sexos y que, la mayoría de las veces, dan un aspecto muy desagradable desde el punto de vista estético, pero tienden a desaparecer espontáneamente sin tratamiento alguno. Existen muchos otros tipos de virus del papiloma que son de bajo riesgo y que en muchos de los casos pasan en forma desapercibida.

La infección es estrictamente de transmisión sexual por lo que aumenta su riesgo si las relaciones son con diferentes parejas; lo que no se ha documentado es que alguien pudiera contagiarse a través de alimentos u objetos contaminados o de mala higiene en general. Lo que sí es cierto es que la mayoría de las personas sexualmente activas tendrán VPH en algún momento de sus vidas y que éstos pueden desaparecer espontáneamente sin causar problemas para la salud.

Sin embargo, los tipos que se relacionan con el cáncer sí tendrán consecuencias graves, por lo que las recomendaciones de la práctica rutinaria del Papanicolaou siempre estarán vigentes.

Actualmente las vacunas que han salido al mercado han demostrado seguridad y eficacia en un 95-100%. Y en cuanto a la inmunidad a largo plazo sólo se ha observado excelente respuesta en los primeros 5 años y nadie puede asegurar por el momento que pudiera haber necesidad de un refuerzo posteriormente. Por consiguiente, si se quiere proteger al adolescente (varón o mujer) contra verrugas y cáncer en algún sitio de genitales deberá tomarse en cuenta como una vacuna indispensable.

Se ha informado que la vacuna cubre por lo menos el 70% de todos los cánceres cervicouterinos. Actualmente la edad sugerida para su aplicación es de los 9 a 26 años y son 3 dosis (una inicial, otra a los 4 meses y la última a los 6 meses siguientes) para lograr una protección completa. Es de tomarse en cuenta que la renuencia a aplicar la vacuna, además de tener un costo alto, es la creencia ingenua de que el adolescente tendrá más libertad para ejercer su práctica sexual. No debemos olvidar que la vacuna solamente protege contra algunos virus de VPH y el resto de enfermedades venéreas tendrán que prevenirse con el uso del condón o con otros métodos de barrera.

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