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Mi bebé se ve un poco amarillo

Con llegada de un recién nacido a casa surgen preguntas por montón. ¿Qué debe comer?, ¿cuánto?, ¿qué son esas ronchitas?, ¿tendrá frío?, ¿el hipo es malo?, ¿por qué llora?, ¿por qué se le ve la piel amarilla?…

Vale la pena platicar un poco acerca de una esta última pregunta, que en la mayoría de los casos representa una condición totalmente benigna pero que en ocasiones requiere de ciertos cuidados médicos: la ictericia.

Queremos compartir con ustedes algunos consejos de la Academia Americana de Pediatría sobre la ictericia neonatal:

P: ¿Qué es la ictericia?
R: Así se le llama al color amarillento que tiñe la piel de muchos recién nacidos. Aparece cuando un químico llamado bilirrubina se acumula en la sangre del bebé. La ictericia puede presentarse en bebés de cualquier raza o color.

P: ¿Por qué es común la ictericia en los recién nacidos?

R: Todos tenemos bilirrubina en la sangre, la cual es eliminada por el hígado. Durante el embarazo, el hígado de la madre efectúa este proceso por el bebé. La mayoría de los recién nacidos padecen de ictericia durante los primeros días de vida debido a que su hígado aún no está listo para eliminar la bilirrubina.

P: ¿Cómo puedo saber si mi bebé padece de ictericia?

R: Generalmente, la piel de un bebé ictérico se ve amarilla. La mejor manera de detectarla es bajo una luz blanca, como la solar o la fluorescente. Por lo común, se tiñe primero la cara y después el pecho, el abdomen, los brazos y las piernas, a medida que aumenta el nivel de bilirrubina. La zona blanca de los ojos también podría lucir amarillenta. Suele ser más difícil detectar la ictericia en bebés de piel oscura.

P: ¿La ictericia puede hacerle daño a mi bebé?

R: La mayoría de los bebés sufren una ictericia leve que es inofensiva, pero en situaciones extraordinarias el nivel de bilirrubina puede alcanzar niveles tan altos que podrían causar daño cerebral. Por eso la ictericia debe ser detectada en el recién nacido y tratada a tiempo para prevenir altos niveles de bilirrubina.

P: ¿Cómo puedo comprobar si mi bebé padece de ictericia?

R: Si durante los primeros días después del parto su bebé pareciera tener ictericia, su médico o enfermera le harán un análisis de piel o de sangre para conocer sus niveles de bilirrubina. Esta prueba siempre se debe efectuar cuando la ictericia aparezca durante las primeras 24 horas del nacimiento. Posteriormente, el análisis dependerá de la edad del bebé, de la intensidad de la ictericia, y de otros factores que dificulten o hagan más difícil detectarla.

P: ¿Se afecta la ictericia si amamanto a mi bebé?

R: La ictericia es más común en los bebés de pecho que en los que toman leche de fórmula, pero esto se debe principalmente a que no se les está alimentado bien. Si usted está amamantando a su bebé, debe hacerlo de 8 a 12 veces al día, por lo menos, durante los primeros días. Así producirá suficiente leche y ayudará a su bebé a mantener bajos sus niveles de bilirrubina. Si tiene algún problema al amamantarlo, pida ayuda al médico, la enfermera o un especialista en lactancia. La leche materna es el alimento ideal para su bebé.

P: Después de salir del hospital, ¿cuándo debe ser evaluado mi bebé?

R: Es importante que un médico o una enfermera evalúen a su bebé de 3 a 5 días después del parto, ya que es cuando comúnmente la bilirrubina se halla en su nivel máximo. El momento de esta evaluación puede variar de acuerdo a la edad que tenga el bebé al salir del hospital y otros factores.

P: ¿Qué bebés con ictericia requieren de mayor atención?

R: Algunos bebés corren mayor riesgo de tener altos niveles de bilirrubina y, por ello, deben ser evaluados mas pronto luego de salir del hospital. Solicite a su médico adelantar su cita si se halla en alguna de las siguientes situaciones:

  • Alto nivel de bilirrubina antes de salir del hospital
  • Parto adelantado (más de dos semanas antes de la fecha prevista)
  • Aparición de ictericia en las primeras 24 horas después del parto
  • Problemas al amamantarlo
  • Piel muy amoratada o sangrados bajo el cuero cabelludo a causa del parto
  • Usted o el padre, o un hermano o hermana del bebé, tuvieron niveles altos de bilirrubina y recibieron terapia de luz

P: ¿Cuándo debo llamar al médico de mi bebé?

R: Comuníquese con él si:

La piel de su bebé se ve más amarilla.
Su abdomen, brazos o piernas están amarillentas.
La zona blanca de sus ojos luce amarilla.
Su bebé está ictérico y es difícil despertarlo, está inapetente, o no acepta la leche materna o de fórmula.
P: ¿Cómo puede prevenirse que la ictericia sea dañina?
R: La mayoría de los casos de ictericia no requieren tratamiento. De necesitarse, los niveles de bilirrubina disminuirán colocando a su bebé desnudo bajo luces especiales. Esta terapia puede efectuarse en el hospital o en la casa, dependiendo de los niveles de bilirrubina. La ictericia es atendida cuando sus niveles están aún muy por debajo de los que podrían afectar el cerebro. El tratamiento puede prevenir los efectos dañinos de la ictericia.

Exponer a su bebé a la luz del sol no es una forma segura para tratar la ictericia. Ciertamente podría ayudar a reducir la bilirrubina, pero sólo si lo desnuda por completo. Pero no puede hacerlo en casa de manera segura dado que el bebé tendrá frío, además de que un recién nacido nunca debe ser expuesto al sol de manera directa porque podría sufrir quemaduras.

P: ¿Cuándo desaparece la ictericia?

A: En los bebés lactados, la ictericia dura de 2 a 3 semanas o un poco más. En los que toman leche de fórmula, desaparece a las 2 semanas. Si su bebé permanece ictérico por más de 3 semanas, acuda al médico de su bebé.

La información contenida en esta publicación no debe usarse a manera de substitución del cuidado médico y consejo de su pediatra. Éste podría recomendar variaciones en el tratamiento, según hechos y circunstancias individuales.

 

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Cuidado de la piel en niños alérgicos

Si tu hijo (a) padece de eccema (dermatitis atópica o alérgica), hay ciertos cuidados diarios que deben darse para evitar las recaídas de este problema crónico y frustrante.
En la mayoría de los casos, el seguir la siguiente rutina mantiene una excelente calidad de vida en los niños:

1. No hagas baños prolongados. Trata de que el baño de su niño dure entre 5 y 10 minutos. Usa agua tibia, ya que el agua caliente resecará más la piel del pequeño.

2. Usa jabones suaves. Usa poco jabón, y sólo en las partes del cuerpo que más se ensucian: cara, manos, pies, y pompas. Los jabones y champús quitan los aceites naturales de la piel.

3. Seca con gentileza. Al secar a tu hijo, realízalo con palmaditas, sin frotar para no irritar la piel.

4. Aplica un humectante después del baño. El uso de cremas humectantes evita que la piel se reseque. Úsalo en todo el cuerpo, no sólo en las partes afectadas.

5. Aplica el humectante durante el día. Aplica la crema humectante por los menos de 2 a 3 veces al día, y antes de acostarse. También aplícalo cada vez que note seca la piel de su hijo, y cuando él tenga comezón.

Para mayor información sobre dermatitis alérgica (atópica) platica con tu pediatra.

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Las temidas convulsiones por fiebre

Entre el 2% y el 5% de los niños entre las edades de 6 meses y 5 años pueden llegar a tener una crisis convulsiva asociada a fiebre (debe ser temperatura igual o mayor a 38°C). Estos episodios son aterradores, pero generalmente son inofensivos.

Las convulsiones febriles son espasmos musculares involuntarios que ocurren en niños que tienen aumento rápido de la temperatura corporal.

Inicialmente, el niño puede verse extraño, luego su cuerpo se pone tieso, o puede presentar movimientos repetitivos de brazos y piernas y la mirada “se pierde”. Durante la convulsión el niño (a) no responderá al llamarle, en ocasiones puede dejar de respirar por unos segundos, la piel puede verse más pálida u oscura de lo normal, y puede vomitar, orinar o defecar. Generalmente, estas convulsiones duran menos de un minuto, aunque en raras ocasiones pueden durar hasta 15 minutos. Posterior al evento, el niño puede parecer confuso o somnoliento. Usted puede dejar dormir al niño, pero debe vigilarlo.

Si su hijo (a) presenta una convulsión asociada a fiebre, debe actuar de inmediato para que no se haga daño:

  • Mantenga la calma.
  • Coloque al niño en el piso o en la cama, aleje objetos duros o puntiagudos.
  • El niño no debe ser aguantado o restringido durante la convulsión.
  • No ponga nada dentro de la boca del niño; el niño NO se tragará la lengua, y objetos colocados en la boca pueden romperse y después obstruir la vía aérea.
  • Voltee la cara del niño hacia un lado para que la saliva, o si se presenta vómito, puedan drenar fuera de la boca.
  • Observe las características del evento, y si es posible, su duración.
  • Llame a su pediatra.

Las convulsiones febriles pueden asustar, pero generalmente NO producen ningún problema a largo plazo, como daño cerebral, retraso mental, o problemas de aprendizaje.

El riesgo de volver a presentar una convulsión febril varía según la edad, y son más frecuentes si existe algún antecedente en la familia.

Aproximadamente el 50% de los niños que convulsionan por fiebre antes del año de edad tendrán otro episodio. El riesgo disminuye al 30% si convulsiona por primera vez después del año de edad. El riesgo de desarrollar epilepsia en estos niños NO es mucho mayor que el de la población en general.

 

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Espaciadores en el asma

En los últimos años, ha ido creciendo la evidencia de que los aerosoles, usados con espaciadores, son tan efectivos como la nebulización para el tratamiento de enfermedades como el asma, tanto en su manejo agudo como preventivo.
El más conocido de los espaciadores es el Aerochamber® con mascarilla. Existen otros que tienen una boquilla, y otros que parecen un acordeón.
Todos estos métodos tienen sus ventajas y desventajas. Pregunta a tu pediatra cuál es el más apropiado para el tratamiento de tus hijos.

Consejos para el uso del ESPACIADOR con mascarilla.

INSTRUCCIONES.

1. Agite bien el inhalador (salbutamol, budesonida, fluticasona, salmeterol…) y retire la tapa.
2. Coloque la boquilla del inhalador en la abertura del Aerochamber, con el contenedor del inhalador volteando hacia arriba.
3. Coloque la mascarilla en la cara del niño, de manera que cubra nariz y boca, y que produzca un buen sello para evitar fuga de aire.
4. Presione el inhalador para introducir el primer disparo del medicamento dentro de la cámara.
5. Deje que el niño respire 4-6 veces con la mascarilla puesta.
6. Quite la mascarilla y espere 30-60 segundos para realizar el siguiente disparo.
7. Para aumentar el efecto broncodilatador durante un ataque de asma, espere un minuto entre disparos de medicamentos de rescate como el salbutamol.

LIMPIEZA.

Limpie todas las partes del Aerochamber con agua tibia y un jabón líquido suave:
Llene un recipiente con agua tibia y el jabón.
Sumerja el Aerochamber y agite de manera gentil.
Enjuage con agua limpia y deje secar al aire libre.

AYUDANDO AL NIÑO A ACOSTUMBRARSE A LA MASCARILLA.

Al principio, los niños pequeños pueden resistirse a usar la mascarilla. Sin embargo, se acostumbrarán a ella, después de unos días de uso consistente.
Recuerde que la cooperación del niño no es necesaria para que este tipo de espaciador sea efectivo. Si la mascarilla se mantiene haciendo un buen sello en la cara del niño, él va a inhalar el medicamento aún si está llorando (el llorar hace que el niño tome respiraciones más profundas). Deje la mascarilla puesta hasta que el niño haya respirado varias veces.
Para mejorar la cooperación de su hijo siga estas instrucciones:
1. Dígale a su hijo que es hora de tomar su medicina.
2. Pregúntele si quiere sostener él mismo la mascarilla o si quiere que usted lo haga. (De cualquier manera, es necesario ayudar a sostenerla para mantener un buen sello).
3. La decisión debe hacerse en 30 segundos e iniciarse el tratamiento, aún cuando el niño no se muestra cooperador al principio.
No pierda tiempo tratando de convencer al niño que se ponga la mascarilla o diciéndole que no le va a doler, etc. Esa negociación sólo retrasará el tratamiento. A medida que continúa usando la mascarilla, el niño entenderá que no hay nada que temer y que ésta le provoca alivio.
Después de que se dan los disparos, motive a su hijo diciendo “¡bien hecho!” o “¡cada vez te tomas tu medicina mejor!” para que continúe sus esfuerzos. Usando este método de manera consistente se asegurará de que el niño se acostumbre y coopere para sus tratamientos, y que no tomen mucho tiempo para administrarse.

TIP. Los inhaladores tienen un límite de disparos. Al terminarse el medicamento, parecería que el inhalador sigue funcionando bien, sin embargo, sólo expulsa aire comprimido y no medicamento. Lleve una cuenta de cuántos disparos ha usado. La mayoría de los aerosoles son de 100 o 200 disparos.

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¿Su hijo tiene un soplo en el corazón?

En la práctica pediátrica diaria, pocas situaciones producen tanta inquietud y pánico en los padres como el informarles que su hijo tiene un soplo cardíaco. Muchas veces se compara de inmediato el problema del niño a otras situaciones propias de la edad adulta y que afectaron a abuelitos o amigos, lo que conduce a mayor angustia.

Sin embargo, el común de la gente no tiene información y conocimiento de lo que es un soplo y este temor resulta infundado en muchas ocasiones. El soplo NO es sinónimo de enfermedad cardíaca. Las siguientes líneas buscan proporcionar alguna información de lo que es un soplo, cómo se reconoce y qué trascendencia tiene en la salud del pequeño.

La sangre que pasa por el corazón lo hace a gran velocidad, sobre todo al ser impulsada para circular por todo el organismo. Normalmente, este flujo de sangre no produce sonido alguno, por lo que un soplo cardíaco es un ruido que se presenta cuando existe un remolino o turbulencia en el flujo sanguíneo, que el médico puede reconocer al efectuar la auscultación con el estetoscopio.

Se reconocen dos tipos de soplo dependiendo su origen: decimos que el soplo es FUNCIONAL o INOCENTE cuando NO está producido por enfermedad; son los más frecuentes y se detectan en circunstancias diversas. Así, en una primera exploración del recién nacido, el médico puede percibir un soplo que desaparece en horas o días y que refleja el ajuste que tiene la circulación del bebé al cambiar de las condiciones presentes en el vientre materno a las existentes en el exterior.

A esta edad tampoco es raro que el soplo sea producido por una pequeña anomalía que puede curar espontáneamente en las siguientes semanas o meses.

En niños mayores, los soplos pueden detectarse cuando el niño tiene fiebre lo que acelera la circulación o, bien, en un examen médico rutinario. El soplo funcional, casi siempre, es un fenómeno normal y se debe a la expansión del volumen de sangre que circula y pasa por el corazón en más cantidad durante períodos de crecimiento rápido, dando lugar a turbulencia, la que a su vez origina el soplo. Puede compararse al sonido que origina el agua al ser impulsada por un aspersor para regar el jardín.

A diferencia de el soplo inocente o funcional existen soplos que son reflejo auténtico de una enfermedad del corazón, al originarse en el sitio de una anomalía cardíaca. A estos soplos se les llama ORGANICOS y son permanentes.

Cuando el niño tiene un soplo orgánico, generalmente manifiesta otros problemas: suda mucho, no crece adecuadamente, respira rápido, se cansa fácilmente (sobre todo al tomar el pecho o biberón cuando son bebés) o se pone morado al llorar o hacer algún esfuerzo.

El médico general o el pediatra, apoyándose con una radiografía del tórax para evaluar el tamaño del corazón, puede decidir qué tipo de soplo tiene el niño y, en caso de duda, recurre al especialista (cardiólogo pediatra) a quien le puede bastar añadir a su valoración un electrocardiograma o recurrir a un estudio especializado llamado ecocardiograma que proporciona una completa y precisa información de la estructura y función del corazón.

Como puede verse, hay justificación para que los padres del niño con soplo afronten este diagnóstico con serenidad y optimismo, ya que lo más probable es que se trate de un soplo pasajero, fisiológico, un hallazgo normal, que no tiene trascendencia para la vida actual ni futura de su hijo. Si por el contrario, se trata de un soplo orgánico, deben confiar en que existen los recursos y la experiencia necesaria para resolver con éxito los problemas reales del corazón de sus pequeños.

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La fiebre

La presencia de fiebre es una de las razones más frecuentes para acudir con el doctor.

Se considera fiebre cuando la temperatura sube más de 38C rectal y 37.5C axilar.

La gran mayoría de las veces la fiebre es el resultado de una infección ya sea por virus o bacterias. El cuerpo responde a esta infección produciendo una sustancia (Prostaglandinas) la cual le manda señales al termostato corporal localizado en el cerebro para que suba la temperatura lográndolo a través de aumentar la frecuencia cardiaca (10-15 latidos por cada grado C) y la frecuencia respiratoria y haciendo una vasoconstricción periférica, por eso el niño se ve agitado y con las manos y pies fríos.

En la práctica no nos debemos pelear con la fiebre. Hay niños que con fiebre alta no se sienten mal y no necesariamente tenemos que llevarlos a la temperatura normal (niño dormido o jugando). Por el contrario hay niños que con poca fiebre se sienten incómodos y a ellos sí se les debe de dar medicamento independientemente de cuanto marca el termómetro.

Los medicamentos para la fiebre son como una mano que mueve el termostato corporal hacia abajo. Así el cuerpo responde disipando el calor por evaporación (sudó la fiebre) y vasodilatación(se puso rojo). Los más usados actualmente son Acetaminofén (Tempra ,Tylenol, etc.) e Ibuprofeno (Motrin, Advil,etc). El baño es útil siempre y cuando se use medicamento primero. El agua debe ser tibia y si el niño presenta escalofríos hay que aumentar la temperatura de la misma. Los enemas con agua helada y las frotaciones con alcohol están contraindicadas.

Debemos de enseñar a los Padres que la fiebre es la traducción de algún proceso que está pasando en el cuerpo no es una enfermedad. Se debe buscar ayuda en términos generales cuando: el recién nacido presenta fiebre, la fiebre está por arriba de 40C o si el niño ha convulsionado, está muy decaído, inconsolable, en general si se ve muy enfermo. También se debe de tener cuidado de no arropar de más a los niños.

Como último siempre nos debemos asegurar que la dosis del medicamento que se está dando sea la correcta.

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Diferentes tipos de infecciones

Un pensamiento frecuente que surge en la visita al pediatra es cuando él menciona que el niño «tiene una infección». Inmediatamente, los padres se imaginan que el niño requiere de un antibiótico.

En situaciones como ésta se resalta la importancia de una buena comunicación entre médico y paciente (o en este caso, padres del paciente).

Existen 4 tipos de infecciones (a muy grandes rasgos): por virus, por bacterias, por parásitos y por hongos. En cada grupo hay mucha variabilidad y los tratamientos son diferentes. Cuando el pediatra habla de un antibiótico, se está refiriendo a un medicamento que atacará a bacterias. Para los otros grupos, existen medicamentos agrupados con nombres similares: antivirales, antiparasitarios, antifúngicos.

Por razones obvias, no podríamos mencionar en este blog todas las características de cada grupo de microorganismos, ni de cada línea de tratamiento. Pero es bueno saber que la palabra infección no es igual a antibiótico.

Mantén una buena relación con tu médico. Siempre plantea todas tus dudas y pide que se te explique con detenimiento lo que no entiendas. El uso indiscriminado o mal empleado de medicamentos puede tener efectos nocivos, y en el caso de los antibióticos, puede generar bacterias más resistentes.

 

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