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Mitos y realidades

10 aspectos relevantes sobre tratamientos con células madre

La Sociedad Internacional para el Estudio de las Células Madre (ISSCR) es un organismo independiente, sin fines de lucro, que promueve el intercambio y la diseminación de información acerca de las células madres, fomenta la investigación relacionada a las células madre, y promueve la educación profesional y pública en este tema.

Hay muchos mitos sobre los tratamientos con células madre. Y también hay compañías con dudoso control de calidad sacándole provecho al potencial (aún en desarrollo) de estas terapias. Así que la información de la ISSCR es bienvenida. Los 10 puntos que se explican ahí son:

  • 1. Existen distintas clases de células madre, cada una de ellas, con objetivos propios.
  • 2. Un único tratamiento con células madre no dará resultado en múltiples enfermedades no relacionadas.
  • 3. En la actualidad, existen muy pocos tratamientos con células madre ampliamente aceptados.
  • 4. El solo hecho de que la gente diga que las células madre la ayudaron no significa que así sea.
  • 5. La principal razón por la cual lleva tiempo desarrollar nuevos tratamientos es que la ciencia, en sí, es un proceso largo y complejo.
  • 6. Para ser utilizadas en tratamientos, las células madres deberán ser instruidas para comportarse de determinadas maneras.
  • 7. El mero hecho de que las células madre provinieron de nuestro cuerpo no significa que sean seguras.
  • 8. Algo que perder al intentar un tratamiento no probado.
  • 9. Un tratamiento experimental que se comercializa no es sinónimo de ensayo clínico.
  • 10. La ciencia relacionada con las células madre está en constante evolución.

Si tienes alguna duda acerca de las células madre, vale la pena darle un vistazo al artículo completo y al sitio de la ISSCR. Por cierto, ¿sabías que México cuenta con un banco público de sangre de cordón del cual podrías ser donador?

Escrito por Dr. Giordano Pérez Gaxiola. 22 de septiembre, 2010.

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Mitos y realidades

Uso de microondas y cáncer infantil

En una entrada previa hablábamos de los celulares. Ahora es el turno del microondas, otro aparato moderno acusado de terribles males.

El horno de microondas calienta los alimentos mediante radiación, es cierto, pero eso no quiere decir que está transformando a la comida en algo radiactivo como le pasó al Hulk. La radiación emitida por estos hornos es no-ionizante, del mismo tipo que la emitida por los teléfonos celulares. Y así como con los teléfonos, no tenemos nada de qué preocuparnos. En ningún momento se ha demostrado que la radiación del horno de microondas produzca o acelere algún tipo de cáncer.

Éste es uno de los mitos que probablemente ya les ha llegado por correo electrónico y representa una razón más para no confiar en las cadenas de correos.

Otro mito es que destruye los nutrientes de los alimentos. La realidad es que cualquier tipo de cocción puede llegar a hacerlo. Mientras no se cocine de más la comida, no hay problema.

Tal vez el único detalle malo es que el microondas calienta los alimentos de manera muy desigual, así que hay que tener cuidado porque una parte puede parecer fría o tibia, y más adentro puede estar tan caliente como para producir quemaduras.

Si quieren seguir leyendo al respecto, les recomendamos visitar la página de Cancer Research UK, un organismo altruista con excelente y confiable información.

Escrito por Dr. Giordano Pérez Gaxiola. 12 de julio, 2010.

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Mitos y realidades

Uso de celulares y cáncer infantil

La radiación que producen los teléfonos celulares y las antenas de las compañías telefónicas han sido tema polémico desde hace mucho tiempo. Estudios pequeños y con muchas fallas parecían indicar hace algunos años que la exposición a esta radiación aumentaba un poco el riesgo de cáncer en los niños. Y con la rapidez que se transmite la información hoy en día, inmediatamente se alimentan los miedos y los mitos, como en esta discusión que aparece en Yahoo.

Este mes se publicó en la revista British Medical Journal un estudio muy bien hecho que da luz al respecto. En términos sencillos, los autores revisaron 1397 casos de cáncer en niños entre 0 y 4 años de edad y los compararon con 5588 niños sin cáncer que fueran muy similares a ellos, para después examinar si había más exposición a radiación por teléfonos celulares o por antenas en los casos. La buena noticia es que no encontraron ninguna asociación entre la radiación de estos teléfonos y el cáncer infantil. (Para los conocedores: es cierto, un estudio retrospectivo como éste tiene sus limitaciones, pero no sería ético experimentar de manera prospectiva)

Entonces, podemos estar más tranquilos, considerando que los niños de esta generación están creciendo con toda esta tecnología.

Escrito por Dr. Giordano Pérez Gaxiola. 29 de junio, 2010

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Mitos sobre la vacuna H1N1

¿Es segura la vacuna al haberse fabricado de manera tan rápida? La tecnología para producirla es la misma que se ha usado para producir la vacuna de influenza estacional desde hace 60 años, con un record excelente de seguridad, por lo que la hace completamente inocua y de gran efectividad.

¿Se ha probado en humanos? Ya ha sido probada en miles de voluntarios en Australia y Gran Bretaña, con buena respuesta inmunológica y con mínimos efectos colaterales.

¿Hay gente que no deba ponerse la vacuna?

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Enfermedades Mitos y realidades

La vacuna de la gripe no da gripe

Autor: Dr. Giordano Pérez Gaxiola. @giordanopg
Información actualizada al 13 de octubre, 2022.

Existe una creencia popular de que la vacuna de la influenza da gripe. De hecho, es una de las justificaciones de porqué no se la pone mucha gente. Vamos a tratar de aclarar algunas dudas.

Hay 2 grupos de vacunas para la influenza: una inyectada y una inhalada. Las inyectadas son vacunas inactivadas que contienen virus «muertos«, o proteínas del virus, y se aplican a partir de los 6 meses de edad. En cambio, la inhalada (de aplicación menos frecuente en México) es una vacuna hecha con virus vivos atenuados («debilitados») que se usa en personas sanas, no embarazadas, entre los 2 y los 49 años de edad.

Sabiendo las características de cada vacuna es fácil entender las reacciones que pudieran tener. La vacuna inyectada, al estar hecha de virus inactivados, NO puede producir gripe. Sus reacciones más frecuentes son similares a las de otras vacunas: dolor o enrojecimiento en el sitio de aplicación, fiebre baja. En cambio la inhalada, al contener virus atenuados sí podría tener reacciones como escurrimiento nasal, tos y fiebre.

Entonces, si ya conocemos que la vacuna inyectada (la cual ya se encuentra disponible) no da gripe, ya no tenemos justificación para no ponérnosla. Más vale prevenir…

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Mitos y realidades Niño sano

Mi hijo tiene el pie plano

«Mi hijo tiene el pie plano, ¿le compro zapatitos ortopédicos?»

Probablemente muchos de los que ahora somos papás usamos zapatos «especiales» de pequeños. Siempre existió la costumbre de tratar de curar el pie plano por medio de este calzado o por medio de plantillas personalizadas. Pero, ¿qué es el pie plano?

El pie plano es una condición típica y muy frecuente de los niños menores de 6 años. Es tan común, que el pie plano flexible pudiera considerarse como una variación normal de la niñez. Lo que pasa es que los menores de 6 años tienen los pies más laxos, y al apoyarse en el suelo se aplana el arco de la planta del pie. Es por eso que se le llama pie plano flexible. Sólo un muy pequeño porcentaje de los niños continúa con pie plano después, el cual puede ser doloroso en la adolescencia. El diagnóstico de esta condición se realiza mediante la exploración física, realizada por su pediatra. Por lo general, no se necesitan más estudios, a menos que se sospeche alguna otra condición.

Ahora, en cuanto al tratamiento, durante años, tal vez décadas se usaron plantillas y zapatos especiales para tratar de forzar a que se formara el arco del pie. La realidad es que desde hace tiempo ya se demostró en estudios que el hecho de meter algún soporte para el arco o de diseñar de tal o cual manera los zapatos no influye en el desarrollo del mismo.

La forma del pie y el desarrollo del arco están marcados por la genética del niño y esas intervenciones no aportan ningún beneficio adicional. Por el contrario, el niño con zapatos «diferentes» también puede sentirse «diferente» al resto.

Así que si le vemos planito el pie a nuestros niños pequeños, no hay porqué alarmarse. Muy probablemente se trate de una variante normal que se irá modificando cuando crezcan.

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Algunas veces nos equivocamos

Nuestra salud es una de las cosas más valiosas que tenemos. Y en la búsqueda del bienestar, en ocasiones podemos estar tentados en probar remedios o tratamientos poco convencionales o que no tienen pruebas de su eficacia. Con esto en mente, les queremos compartir unas palabras de la Dra. Harriet Hall, una de las escritoras del blog «Medicina basada en la ciencia«:

¿Cómo puede saber si un tratamiento médico realmente funciona? Si todos dicen que sí sirve, y si le sirvió a tu tía María, y si tú lo usas y tus síntomas desaparecen, entonces puedes asumir que el tratamiento funciona, ¿cierto?

No, no puedes hacer esa aseveración porque algunas veces nos equivocamos. Durante siglos, doctores usaron sanguijuelas y lancetas para librar a pacientes de su sangre. Ellos SABÍAN que hacerles esa sangría funcionaba. Todos decían que servía. Cuando tenías fiebre y el doctor te dejaba sangrar, mejorabas. Todos sabían de un amigo o un conocido que había estado a punto de morir hasta que la sangría lo curaba. Los doctores podían mencionar miles de casos existosos.

Todas esas personas estaban equivocadas. Cuando George Washington sufrió de una fuerte infección en la garganta, sus doctores le quitaron tanta sangre que su cuerpo debilitado nunca se recuperó, y murió. Finalmente nos pusimos a evaluar la eficacia de las sangrías y nos dimos cuenta que provocaban mucho más daño que beneficio. Los pacientes que mejoraban lo hacían A PESAR de la sangría, y no debido a ella. Y algunos pacientes murieron de manera innecesaria como George Washington.

También los doctores modernos algunas veces se equivocan. Hace poco, médicos realizaban una cirugía para en la cual ligaban arterias de la pared del pecho para dirigir más sangre al corazón. Esto con el fin de dar más oxigeno a un corazón cuyas arterias estaban obstruidas. Su índice de exito era un impresionante 90%. Un listo doctor llamado Leonard Cobb quiso asegurarse e hizo un experimento en el que se hacía la incisión en el pecho y luego se cerraba sin hacer absolutamente nada. Él descubrió que ¡el mismo número de pacientes mejoraban después de esta cirugía falsa! Los médicos dejaron de realizar esta operación.

¿Cómo pudieron estar equivocadas tantas personas? ¿Cómo pudieron creer que algo les había ayudado cuando en realidad les había hecho más daño que bien? Hay muchas razones por las cuales la gente puede creer que un tratamiento inefectivo funciona:

1. La enfermedad pudo haber llevado su curso natural. Muchas enfermedades son autolimitadas. La capacidad natural del cuerpo para curarse restaura la salud de las personas después de un tiempo. Un resfriado desaparece más o menos en una semana. Para saber si un tratamiento para el resfriado sirve se necesita tener registros de éxitos y de fracasos en un gran número de pacientes para encontrar si realmente mejoraron más rápido con el remedio que sin él.

2. Muchas enfermedades son cíclicas. Los síntomas de cualquier enfermedad pueden fluctuar en el tiempo. Todos conocemos que personas con artritis tienen días buenos y días malos. El dolor empeora por un rato y luego mejora por otro rato. Si se usa un remedio cuando el dolor es peor, tal vez estaba a punto de empezar a mejorar de todas formas, y el remedio recibe un crédito que no merece.

3. Todos somos sugestionables. Si nos dicen que algo dolerá, es más probable que lo hará. Si nos dicen que algo nos hará sentir mejor, probablemente lo hará. Todos sabemos esto: es por eso que besamos las raspaduras y los golpes de nuestros niños. Es probable que nos ayude cualquier cosa que nos distraiga para no pensar en nuestros síntomas. En algunos estudios científicos que comparan un tratamiento real con una pastilla de azúcar (placebo) se ha observado que hasta el 35% de las personas que toman la tableta de azúcar mejoran. El tratamiento real debe ser mucho mejor que eso para que podamos pensar que es efectivo.

4. Pudo haber 2 tratamientoes y se llevó el crédito el equivocado. Si tu doctor te da una píldora y también tomaste un remedio casero, podrías darle el crédito al remedio de casa. O tal vez algo más cambió en tu vida en ese momento que ayudó a tratar la enfermedad y ésa fue la verdadera razón por la cual mejoraste.

5. El diagnóstico original o el pronóstico pudo ser incorrecto. Mucha gente que se supone que se curó de un cáncer, realmente nunca lo tuvo. Los médicos que dicen a un paciente que sólo tiene 6 meses para vivir están adivinando y pueden estar equivocados. Lo mejor que pueden hacer es decir que los pacientes con esa condición viven en promedio 6 meses, pero eso significa que muchas personas viven más.

6. Una mejoría temporal del estado de ánimo puede confundirse con una curación. Si el doctor te hace sentir optimista y con esperanza, puedes sentirte mejor sin que tu enfermedad haya realmente cambiado.

7. Necesidades psicológicas pueden afectar nuestro comportamiento y nuestras percepciones. Cuando alguien quiere convencerse de que ayudó, tal vez se convenza sin que realmente sea cierto. Se sabe que gente niega los hechos: por ejemplo, pueden negar que el tumor ha seguido creciendo. Si han invertido tiempo y dinero no quieren aceptar que lo han desperdiciado. Vemos lo que queremos ver; recordamos lo que quisiéramos que hubiera pasado. Cuando un doctor es sincero al tratar de ayudar al paciente, el paciente siente una obligación social de satisfacer al doctor al mejorar.

8. Confundimos correlación con causalidad. Sólo porque un efecto sigue a una acción no significa que la acción causó el efecto. Cuando el gallo canta por la mañana y luego sube el sol nos podemos dar cuenta que no es el canto del gallo lo que hizo que el sol apareciera. Pero cuando tomamos una pastilla y luego nos sentimos mejor entonces sí asumimos que fue la pastilla lo que no hizo mejorar. No nos ponemos a pensar que pudimos haber mejorado por alguna otra razón. Saltamos y concluimos como el entrenador de pulgas: el hombre entrenó a una pulga a bailar al son de la música. Luego, le comenzó a cortar las patas una por una hasta que ya no pudo bailar. Al final, el hombre concluyó que el órgano del baile de la pulga ¡estaba en las patas!

Entonces, hay muchas formas en las que nos podemos equivocar. Por suerte, existe una manera con la cual eventualmente haremos lo correcto: mediante la evaluación científica. No hay nada misterioso ni complicado acerca de la ciencia: es sólo una caja de herramientas de sentido común para evaluar cosas. Si tú crees que has perdido peso y te subes a la báscula para evaluar tu creencia, eso es ciencia. Si tú crees que tienes un mejor método para cultivar zanahorias, y evalúas tu creencia plantando dos hileras lado a lado, una con el método viejo y otra con tu nuevo método, y observas cuál produce mejores zanahorias, eso es ciencia. Para evaluar medicamentos, podemos repartir al azar a un gran número de pacientes en dos grupos iguales, a uno se les dará el tratamiento y al otro un placebo inerte, como una pastilla de azúcar. Si el grupo que recibió el tratamiento mejora significativamente, el tratamiento probablemente sí funciona.

Jacqueline Jones era una mujer de 50 años que había sufrido de asma desde los 2 años de edad. Ella leyó acerca de un remedio de hierbas milagroso que curaba diversos padecimientos, incluyendo el asma. Asumió que la información era verdad porque incluía numerosos testimonios de gente que había dejado de tomar sus medicinas para el asma. Esa gente SABíA que funcionaba. Ellos los HABÍAN VISTO funcionar. Cansada de los efectos secundarios de los medicamentos convencionales, Jacqueline dejó de usar sus tres inhaladores, esteroids y nebulizador, y comenzó a tomar el suplemento de hierbas. A los dos días se encontró en el hospital.

«Tuve un ataque de asma masivo. Estuve muy enferma en el hospital por 6 semanas, y en esa estancia tuve una inflamación de las capas que cubren a mis pulmones. No podía respirar y mis pulmones estaban tan sensibles que el sólo tocar el área externa se sentía como si alguien me estuviera pateando».

Todas esas personas que dijeron que esas hierbas habían curado su asma estaban equivocadas. Los síntomas del asma fluctúan. Tal vez sus síntomas habrían mejorado de cualquier manera. Cualquiera que sea la razón, el remedio no había sido evaluado científicamente y no era efectivo para tratar el asma, y el creer esos testimonios casi le costaron la vida a Jacqueline.

La próxima vez que un amigo entusiasta recomiende un tratamietno nuevo, piensa que podría estar equivocado. Recuerda a Jacqueline Jones. Recuerda a George Washington. Algunas veces nos equivocamos.