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¿El antídoto contra la charlatanería en salud?

¿A cuántas afirmaciones sobre tratamientos te enfrentas a diario? En la TV, Lolita Ayala te recomienda tal suplemento para aumentar tu energía. En Facebook, tu amigo acaba de compartir que tal alimento te protege contra el cáncer. En YouTube, un grupo de personas exhorta a todos a probar una nueva terapia de masajes. En la vida real, la comadre jura que tal ungüento le ha servido para su artritis, aunque el doctor le recomienda mejor tal medicamento.

Poder obtener, procesar, entender y evaluar la validez de información en salud, lo cual se conoce como ‘Alfabetización en salud’, ayuda a las personas a tomar mejores decisiones. Esto cobra aún mayor importancia en países donde los recursos son limitados y las personas no pueden aventurarse a gastar en cualquier tratamiento.

La mayoría de la información de salud que se nos presenta por doquier ofrece instrucciones o afirmaciones, con un poco de teoría del porqué hacerlo. De igual forma, la educación en ciencia o en salud que se imparte en las escuelas se enfoca a memorizar datos y no tanto a fomentar un pensamiento crítico.

Es por eso que el estudio recién publicado en la revista The Lancet es importante. En él se demuestra que en las escuelas se puede enseñar a niños desde los 10 años a evaluar afirmaciones sobre tratamientos mediante una intervención educativa enfocada en 12 conceptos claves que incluyen que las anécdotas no son evidencia confiable, los nuevos o más caros tratamientos no son necesariamente mejores, la importancia de los conflictos de intereses, y la necesidad de tener comparaciones imparciales y justas de tratamientos.

El estudio se realizó en Uganda, donde se dividieron a 120 escuelas y más de 10,000 niños en dos grupos: en unas escuelas se implementó esta herramienta educativa (la cual incluía historietas y ejemplos de la localidad como la idea de que el estiércol de vaca cura las quemaduras). En las otras escuelas, el grupo control, no hubo modificaciones en el currículum.

Al término del ciclo escolar, el 69% de los alumnos de las escuelas con la intervención tuvieron calificaciones aprobatorias para poder evaluar afirmaciones sobre tratamientos, comparado con sólo el 27% de los alumnos de las otras escuelas.

Tanto este estudio como otro sobre podcasts dirigidos a los papás forman parte de un proyecto llamado “Decisiones de salud informadas”, el cual se lleva a cabo en Uganda, Kenia, Ruanda, Noruega, y con quienes estamos colaborando en el Hospital Pediátrico de Sinaloa desde hace más de un año. La idea es unirnos a estos esfuerzos para mejorar el alfabetismo en salud. El primer paso fue traducir y validar los materiales. El siguiente paso es hacer un diagnóstico local y nacional para ver nuestro nivel de comprensión de esos 12 conceptos clave y finalmente implementar las herramientas educativas más apropiadas para nuestra población.

En una era donde Facebook y Google nos atiborran de información sobre tratamientos y sobre la salud en general, estas habilidades son de crucial importancia para tomar mejores decisiones.

El Dr. Giordano Pérez Gaxiola es pediatra. Dirige el Centro Colaborador Cochrane del Hospital Pediátrico de Sinaloa y consulta en Pediátrica. La opinión expresada en este artículo es personal y no necesariamente refleja los puntos de vista de las instituciones en las que labora.

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Mitos y realidades

No, la vacuna del sarampión no causa autismo

El día de ayer 14 de mayo, hace 221 años, el Dr. Edward Jenner aplicó la primera vacuna para proteger a un niño contra la viruela. Esta enfermedad, diferente a la varicela, tenía una mortalidad mayor al 30% y gracias a la vacuna se declaró erradicada de la faz de la Tierra en 1980. Así como pasó con la viruela, hoy en día ya no vemos pacientes con tétanos, con difteria o con sarampión. Pero este último padecimiento ha tenido un resurgimiento terrible en la última década debido a un mito que parece perpetuarse.

En estos momentos, en Estados Unidos, específicamente en Minnesota, están lidiando con la peor epidemia de sarampión desde hace más de 30 años, debido a que una comunidad de inmigrantes proveniente de Somalia fue convencida de que la vacuna causa autismo. En Rumania llevan más de 3000 casos con 17 muertes desde el año pasado.

Me frustra tener que seguir escribiendo sobre lo mismo pero en vista de lo que ocurre en otros países, y en vista de que en nuestra ciudad existe un rechazo considerable a la vacunación en algunos sectores, y en vista de que he oído que algunas instituciones privadas, civiles o religiosas recomiendan –sin tener ninguna evidencia científica – que les retrasen las vacunas a los niños, aquí va de nuevo la historia:

Una serie de 12 casos fue publicada en The Lancet en 1998. En ella se reportaba una supuesta asociación entre la vacuna triple viral (la cual contiene la vacuna del sarampión) y un “nuevo síndrome” de autismo y enfermedad gastrointestinal. Dicho artículo fue retractado por un desvergonzado fraude del autor y ahora ex-médico Andrew Wakefield. Desde entonces, se han realizado al menos 17 estudios, en siete países distintos, con cientos de miles de niños, e incluso valorando a pacientes con un riesgo mayor de autismo, y en todos se llega a la misma conclusión: la vacuna del sarampión no causa autismo.

El sarampión es una enfermedad particularmente contagiosa. En epidemiología existe un índice llamado R0 que indica cuántas personas, en teoría, pueden infectarse a partir de un paciente. Para darnos una idea de la magnitud, el ébola tiene un R0 de 2, es decir, una persona con ébola (una enfermedad que se transmite por contacto con fluidos corporales) contagia alrededor de 2 personas. Un paciente con influenza puede contagiar a 2-3 personas. Uno con VIH a 4. En cambio, alguien con sarampión (una infección que se transmite por aire) puede contagiar alrededor de 18 personas susceptibles. Y lo peor de todo es que es potencialmente mortal y tenemos una vacuna efectiva y segura que la previene.

En México no tenemos ningún caso local de sarampión desde hace más de 10 años. Tuvimos una niña que se contagió en Disneylandia hace dos años, pero gracias a la buena cobertura de vacunación no se dispersó la enfermedad. Sin embargo, si seguimos creyéndole al Dr. Facebook será cuestión de tiempo para que nos afecte como a otros países. No dejemos que eso pase. Así que repitan conmigo: No, la vacuna del sarampión no causa autismo.

El Dr. Giordano Pérez Gaxiola es pediatra. Dirige el Centro Colaborador Cochrane del Hospital Pediátrico de Sinaloa y consulta en Pediátrica. La opinión expresada en este artículo es personal y no necesariamente refleja los puntos de vista de las instituciones en las que labora.

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Prevención

Candados de internet para los niños

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Está claro. Vivimos en una época donde los niños «nacen» conectados a internet. Al estar en contacto con todos estos gadgets desde edades muy tempranas, aprenden a usarlos con facilidad. Si los descuidamos, pueden pasar el día entero metidos en ellos y también pueden estar expuestos a contenido no apto para sus edades.

La siguiente presentación aborda dos puntos principales: ¿podemos poner candados de internet para los niños? ¿sirven de algo estos candados?

Candados de internet para los niños from GIORDANO PEREZ-GAXIOLA

 

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Mitos y realidades

Comparte con cuidado

Collage comparte con cuidado azul

Internet es una navaja de dos filos. Por un lado, está disponible prácticamente toda la información existente sobre temas de salud. Por otro, no hay control de calidad. Las redes sociales hacen esto aún más complejo.

Las redes sociales nos atraen porque compartimos y nos comunicamos con amigos, familiares, colegas e incluso desconocidos. Facebook se esfuerza por ofrecerte una experiencia placentera. Cada vez que haces un click en un artículo, das un «Me Gusta», o compartes algo, Facebook aprende y personaliza tus noticias con cosas que te pueden interesar. De cierta manera, filtra todo lo que te puede desagradar, y te deja lo que te puede gustar.

Esta personalización de lo que ves en internet, o particularmente en Facebook, puede tener riesgos.

Vamos ilustrándolo con un ejemplo.

Hace poco estuvo rondando una noticia que decía que el hospital Johns Hopkins, una de las instituciones más reconocidas en el tratamiento del cáncer, había dicho que la quimioterapia era una gran equivocación médica. Al ser un tema controversial, inmediatamente se empezó a compartir por todos lados. Y empezó a tener cientos de «Likes«. Esto hizo que Facebook automáticamente la asignara como un artículo relevante, y por lo tanto le apareció en sus noticias a múltiples usuarios.

La nota era completamente falsa. Johns Hopkins incluso tiene una declaración oficial al respecto.

El gran problema radica en que si un artículo tiene muchos «Me Gusta» o es compartido muchas veces da la impresión de que es algo cierto. Entre mayor el número de anécdotas, mayor la percepción de que algo es real. Esto, en el contexto de un mensaje de salud erróneo es, en una palabra, peligroso.

Entonces, una propuesta simple es:

Comparte Con Cuidado

¿Leíste algo en Facebook y estás tentado en compartirlo? Sigue estos pasos antes de hacerlo:

1. Critica. Si ves un artículo sobre la salud en internet o en alguna red social, léelo críticamente, cuidadosamente. No sólo leas el título. Los títulos tienden a ser atractivos y no siempre captan la realidad. Ten en mente primero si le crees a los autores o a la fuente, si lo que escriben vale la pena y si puede ser aplicable para tu entorno.

2. Comprueba. Sobre todo si es un tema de salud controversial, trata de consultar la fuente original y/o de verificar la información en sitios de organismos nacionales o internacionales.

3. Concluye. Una vez que hayas leído, reflexiona. Saca tus conclusiones. Piensa si estás de acuerdo con lo que leíste o si te parece interesante y por qué.

4. Comparte. Si crees que vale la pena compartir, hazlo, agregando una frase con lo que reflexionaste en el paso tres. Esto expondrá tu punto de vista e invitará a tus amigos a comentar. Vale la pena compartir información confiable, y también compartir cuando descubres información falsa.