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¿Incentivos monetarios para fomentar la lactancia?

La leche materna es el mejor alimento para los bebés. Eso ya lo sabe el mundo entero. Es lo más natural. Provee anticuerpos, “defensas”, para que los niños tengan menos infecciones. Es una de las formas más efectivas para que la mamá baje de peso después del embarazo. Reduce el riesgo de algunos tipos de cáncer. Y podríamos continuar enumerando beneficios.

Pero a pesar de saberlo, sólo el 30% de los niños en México reciben lactancia materna exclusiva en los primeros 6 meses, según los datos de UNICEF. El porcentaje estaba mucho más bajo en el 2015. Por eso se aplauden las iniciativas y campañas de la Secretaría de Salud y las Asociaciones pro-lactancia tanto de profesionales de la salud como del público en general.

La mayoría de las estrategias para fomentar la lactancia están enfocadas, correctamente, a la educación. Un poco de información puede lograr una lactancia existosa. Sin embargo, algunas pocas personas de sociedades pro-lactancia usan la culpabilidad como arma para forzar a que las mamás den pecho, lo cual puede ser cuestionable.

¿Y si se les diera un incentivo financiero a las mamás?

Eso fue lo que exploró un ensayo clínico publicado este mes en la revista Pediatrics. Investigadores en Puerto Rico dividieron al azar a mamás que iniciaban la lactancia en dos grupos: a uno les dieron un incentivo monetario durante 6 meses además del programa de nutrición regular, y al otro grupo sólo les proveían del programa nutricional. Desde el primer mes se notó la diferencia en los resultados, con el doble de mamás continuando con lactancia materna en el grupo del incentivo. A los 6 meses, el 72% de las mamás del grupo con el incentivo seguía con lactancia exclusiva, en comparación a ninguna mamá en el otro grupo.

Es cierto que el estudio es pequeño (sólo tuvo 36 participantes), pero la asociación entre el apoyo financiero y continuar con lactancia exclusiva fue muy grande.

¿Se podría implementar algo así aquí? Posiblemente sí, aunque valdría la pena un análisis económico con los costos locales, comparando el precio por pagar los incentivos al ahorro en fórmulas lácteas y en consultas por enfermedad las cuales en teoría serían menores. Habiendo dicho esto, el que sea posible no significa que sea culturalmente aceptado, o apropiado, pero definitivamente es interesante discutirlo.