¿Han oído hablar de los padres helicóptero? El término ha sido usado para identificar a aquellos padres que sobreprotegen a sus hijos y que intervienen en exceso en la vida de ellos.
Se llama así porque revolotean como helicópteros por encima de ellos, lo necesiten o no. Los padres tratan de resolver sus problemas, y los mantienen fuera del peligro para evitar que sean perjudicados. De niños los protegen al grado de hacerles las tareas de la escuela, y de grandes los acompañan incluso a las entrevistas cuando éstos buscan un empleo.
Sin embargo, los estilos de esta protección son muy variados:
1) El estilo autoritario es aquel que desarrollan con alto nivel de control, con poca comunicación y exigiendo madurez. Se pretende usar la autoridad con medidas disciplinarias y normas de conducta muy rígidas.
2) Por el contrario, el estilo democrático tiene niveles altos de comunicación y afecto; evitan el castigo pero plantean exigencias e independencia. Cuando se establecen normas se explican las razones, se escuchan las ideas y se llegan a negociar los acuerdos.
3) El estilo permisivo se inclina al afecto y el dejar hacer. Se aceptan las conductas del niño y hay pocos castigos. Se utiliza el razonamiento y no se ejerce poder sobre el niño.
4) El estilo indiferente es aquel que no tiene normas de conducta, hay poca comunicación y mínimo control. Los padres actúan bajo el principio de no tener problemas o minimizar aquellos que se presentan.
Combinar los estilos para lograr el mejor desarrollo del niño representan la conducta ideal. Basados en la frase latina “in medium est virtus”, el padre dejará de ser helicóptero y tendrá función de vigilante y orientador en las diferentes etapas de la vida del niño. Le enseñará a caminar, a comunicarse, a relacionarse con los demás, a compartir pertenencias y disfrutar sus experiencias. Estará vigilante de sus tareas y limitará los permisos y amistades que le puedan perjudicar. Asimismo fomentará la unión familiar, la generosidad y el compañerismo.
En la etapa de adolescencia será suficientemente tolerante con los exabruptos y los orientará adecuadamente.
En una palabra, ser buen padre significa dejarlos crecer, hacerlos responsables y seguros, lo que es lo mismo, enseñarlos a volar.