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¿Por qué celebramos Halloween?

Todos sabemos que «Halloween» o «Noche de Brujas» es una fiesta que se celebra principalmente en Estados Unidos y algunos países de habla inglesa como Canadá, Irlanda y Reino Unido y el nombre se deriva de la expresión inglesa «All Hallow’s Eve (víspera del Día de todos los Santos). Si bien es cierto que estuvo siempre ligado a una celebración pagana o religiosa la realidad es que, lo queramos o no, se ha convertido en una celebración ritual que sirve de pretexto para un encuentro festivo y que se ha extendido a todos los rincones del mundo. Los fantasmas, vampiros, brujas, muertos que resucitan, almas en pena, pudieran representar escenas para provocar espanto y temor, sin embargo, en la práctica se convierten en una buena ocasión para que los niños jueguen y se diviertan con sus miedos y emociones; y, en muchos de los casos, un remedio para acabar de una vez por todas con sus pesadillas. Los niños se la pasan «de miedo».

¿Por qué a algunos niños les da miedo Halloween? No hace falta ser experto en desarrollo infantil para darse cuenta de que ver un monstruo peludo llamando a la puerta u oír a los mayores decir que los difuntos nos visitará esta noche, puede ser una verdadera pesadilla para un niño chico. Puede que un pequeño lo entienda, pero también que otro se ponga a llorar y, después de tal experiencia, se pase semanas con miedo a la hora de dormir. La verdad es que los niños no distinguen bien entre la realidad y la fantasía o las costumbres populares.

¿Cómo eliminar el miedo en la fiesta de Brujas? No obligues a tu hijo a disfrazarse de algo que le dé miedo. Si se asusta al ver máscaras de fantasmas en las tiendas no lo regañes por tener miedo, lo ayudarás si lo convences de que son de a mentiritas. Si le molesta o disgusta el disfraz ya llegará el tiempo en que lo acepte de manera espontánea. Las máscaras son incómodas, píntale mejor la cara o vístelo con un sombrero adornado. Platicar con los niños acerca de los altares de muertos y decirles que las ofrendas son una manera de honrar a nuestros seres queridos es aligerar de alguna manera los miedos a las calaveras. Vestirse de burja, diablo, momia, calaca, fantasma o telaraña ya hacer la procesión para pedir en las casas resulta para los niños pequeños exitante y muy divertido. Precauciones para pedir Halloween. La mayoría de los niños se contenta con una media hora de pedir en las casas. Que los grandes recorran todo el vecindario. Si el niño rerparte dulces en su propia casa, antes de abrir la puerta, la mamá debería cerciorarse que no sea un niño grande vestido de vampiro que pudiera asustarlo. Dadas las condiciones de inseguridad que se vive en nuestro tiempo sería más saludable para las familias organizar fiestas de disfraces, con juegos especiales para los niños y todo mundo disfrutaría de una gran fiesta, divertida y «de miedo natural».

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Aprendiendo a nadar

No existe una edad específica para aprender a nadar, todo depende de la predisposición del niño. Teóricamente el niño sabe cómo moverse en el agua porque lo aprendió durante su estancia en el líquido amniótico. Pero, no existe una edad específica para aprender a nadar. En forma de juego, el bebé puede entrar al agua desde los primeros meses de vida y probablemente le dé confianza el hecho de estar habituado a este elemento. Sin embargo, a cada edad corresponde una fase: un niño aprende a zambullirse, a cruzar una tina de 5-6 metros y salir del agua con sus propios medios, entre 2 años y medio y tres años. Todo depende de la predisposición del niño.

Durante el primer año de vida es importante que el niño tome confianza con el agua, por lo que uno de los padres debe estar siempre presente. En la fase de 1-2 años el niño percibe que su cuerpo se mueve en el agua y hacerlo en una tina o chapoteadero resulta toda una diversión. De manera gradual podría aceptar un instructor en lugar del padre y darle mayor seguridad el uso de flotadores. A los 2-3 años se inician los movimientos controlados: pueden meter la cabeza dentro del agua, chapalean las piernas y una tabla flotadora resulta de gran utilidad. En la fase de 3-4 años es la edad ideal para la natación: ya puede dejar solo al niño con el instructor para que le enseñe a mover las piernas y a flotar sin soportes. A los 4-5 años tiene una mejor coordinación y a los 6 años el niño mejora sensiblemente su técnica de avance en el agua.

¿Y al mar? Probablemente entre 3-4 años; la coordinación de movimientos, el saber flotar, le dará mayor seguridad al niño cuando lo lleven al mar y podrá mostrar a sus padres lo que ha aprendido en los cursos de natación.

Se insiste nuevamente que no hay edad específica para aprender a nadar. A cada niño le llega su hora y, al que tarda por miedo al agua, se le deberá tener mucha paciencia. Al temerario se le deberá vigilar estrechamente y nunca dejarlo solo.

Para cualquier contingencia en la alberca o en el mar es conveniente que los padres o nanas que están al cuidado de los niños reciban una instrucción básica de la reanimación pediátrica.

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Niño sano

Chupones: beneficios y riesgos

¿Por qué los niños usan chupón? La succión es un instinto natural en los bebitos. Un chupón puede satisfacer ese deseo. En los niños más grandes pueden ser una forma de seguridad o confort.

¿Puede ser bueno para mi niño el chupón? Los chupones pueden reducir el dolor durante los procedimientos habituales, como extracción de sangre o aplicación de inyecciones. Succionar el chupón se ha asociado a estancia hospitalaria más corta y mejor ingesta de leche en los prematuros. Pueden también disminuir el riesgo de muerte súbita cuando se usan durante el sueño.

¿Puede ser malo para mi niño el chupón? No está claro si los chupones pueden causar problemas en la alimentación al pecho, pero se ha visto que en algunos niños disminuyen la ingesta cuando usan el chupón. Probablemente sea mejor usar el chupón una vez que el niño haya aprendido a mamar bien el pecho, es decir, no usarlo por lo menos en el primer mes de vida. Usar chupones hasta los 2 años de edad puede causar problemas con los dientes de los niños, pero es más común que esto suceda cuando se prolonga su uso hasta los 4 años. Los chupones usualmente tienen gérmenes y esto puede acarrear enfermedades al niño. Los niños que usan chupón están más propensos a desarrollar infecciones de oído, por lo que deberían usarlo únicamente durante el sueño.

¿Qué debería saber antes de ofrecerle un chupón a mi niño?

1) el chupón parece ser útil en niños menores de 6 meses. Los riesgos aumentan con su uso después de los 2 años,

2) nunca forzar al niño a usarlo. Si se le cae durante el sueño, no trate de metérselo de nuevo en la boca,

3) no le ponga dulce al chupón con el fin de persuadir al niño a usarlo,

4) los chupones deberían limpiarse y reemplazarse constantemente,

5) su médico puede ayudarla a decidir cuándo debería quitarle el chupón, pero considere una buena opción hacerlo de los 6 meses a 1 año de edad. No debería usarse el chupón después de los 4 años de edad.

Para saber más: Academia Americana de Odontología PediátricaRevista de la Asociación Médica Americana.

 

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Niño sano

Decir "no" también es educar

¿Por qué es tan difícil a nosotros los padres decirles «no» a los hijos y por qué ellos dicen «no» tan fácilmente?.

En nuestra práctica diaria cada vez constatamos más que los niños, desde temprana edad, no vacilan en oponerse a sus padres, a rehusar hacer lo que les ordenan, a decir simplemente «no». Por otra parte, los padres parecen temer a decir «no»a los hijos y lo consultan con frecuencia, porque siempre se ha inculcado lo importante que es para el crecimiento y el desarrollo armonioso de los hijos el respetar sus gustos, su ritmo de alimentación y sus periodos de sueño.

La idea de establecer normas o límites en casa con niños de 3 a 6 años es un tema controvertido. Sabemos que toda situación extrema perjudica el desarrollo del niño, pero la ausencia de las mismas es también perjudicial.

¿Cuáles son los obstáculos a los que se enfrentan los padres?

1) el no sentir energía suficiente para enfrentarse al hijo,

2) el no hacerlo por compensar el poco tiempo que le dedica,

3) padres inseguros o miedosos y con poca autoestima, que desean ser aceptados por sus hijos pase lo que pase, y que no confían en sus propias decisiones ni en su capacidad para defenderlas,

4) padres que, entre sí, tienen opiniones distintas sobre una misma situación, y solos se desacreditan,

5) padres que han recibido una educación demasiado estricta y quieren conseguir el efecto totalmente contrario para la formación de sus hijos.

¿Por qué hay que aprender a decir que «no»? Porque queremos que se forme y se convierta, con el tiempo, en un ser responsable, independiente y autónomo; el sentir la frustración se convierte en una experiencia positiva; decir que no le aporta seguridad, porque tarde o temprano se da cuenta que sus rabietas tienen un límite; el querer ser amigo del niño es un error, él debe ver al padre como tal para apoyarse durante la adolescencia; no dejarse tiranizar, porque a la larga termina uno esclavizado.

¿Cómo hacerle para decir «no»?:

1) hay que ser inflexibles con las normas sociales absolutas (acostarse con los padres, hacer daño a alguien…), y con las normas propias de casa (ver la TV, acostarse a tal hora…);

2) la autoridad se transmite con la mirada y el tono de voz: hay que explicarle de frente y con energía lo que debe obedecer;

3) en las rabietas hay que mantener una posición indiferente, él solo tiene que resolverla, que llore cuanto quiera;

4) hay que corregirlos en casa o en público, en la calle también somos padres…;

5) no dejarse chantajear con la expresión mala madre o mal padre, explicarle que uno también se enojaba cuando lo regañaban.

En conclusión, el niño debe aprender desde temprana edad y dejarle bien claro en su conciencia el «sí» y el «no», porque de lo contrario puede desarrollar una inconciencia egoísta o sumisa que lo puede convertir en víctima o verdugo de los demás.

Para leer más: Marcelli D. Le «non» de l’enfant est-il important dans l»education? Jour de ped e puericult 2008;21

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Enfermedades

Infecciones del hígado

El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo humano y con funciones vitales para su desarrollo. Por él circula alrededor de un litro y medio de sangre por minuto y sintetiza elementos importantes como la urea (que interviene en la eliminación de desechos tóxicos), y el fibrinógeno (elemento clave para la coagulación de la sangre); en él se almacenan el glucógeno (vital para el metabolismo), las vitaminas, y además, produce sustancias protectoras y antitóxicas. Produce además la bilis (compuesta de colesterol, sales y pigmentos biliares), la cual se almacena en la vesícula y tiene una función importante en el proceso de la digestión.

El hígado se puede dañar por exponerse a elementos tóxicos (alcohol, plomo, mercurio, etc.), infestarse por parásitos (abscesos producidos por amibas), o infecciones de origen viral.

A la inflamación del hígado se le ha denominado «hepatitis» y, como la causa principal son los virus, a éstos se les ha clasificado como los tipos A, B y C (entre otros).

La hepatitis por virus A se relaciona con alimentos contaminados con heces fecales del humano, el único reservorio de este virus, y México se considera uno de los países con cifras altas de casos y por consiguiente un problema de salud pública. El riesgo alto se concentra en centros infantiles tanto el personal como los niños que asisten a ellos, además de los manejadores de alimentos en general. Los signos y síntomas tempranos de este enfermedad son malestar general, vómitos, dolor abdominal, fiebre moderada y leve dolor de cabeza. Inmediatamente después aparece una orina oscura y las heces se vuelven grises o blanquecinas. Cuando la coloración amarillenta de ojos y piel es evidente el diagnóstico es más simple, pero hay casos que no la presentan y frecuentemente se confunde el diagnóstico. En general, es una enfermedad que escasamente da complicaciones graves y no requiere más que reposo y una alimentación limitada de grasas. No se ha demostrado eficacia con ninguno de los antivirales, pero es importante valorar el daño con pruebas de función hepática y seguimiento estrecho por la posibilidad de complicaciones crónicas. Sin embargo, lo más importante es la prevención, para lo cual existe una vacuna (no disponible todavía en el sector salud) que se aplica a partir del primer año de edad, con una segunda dosis de refuerzo seis meses después.

La hepatitis por virus B y C se transmite fundamentalmente por transfusiones sanguíneas, semen u otros fluidos corporales. De igual manera, el contagio puede ser por agujas contaminadas. En el caso del recién nacido es particularmente importante porque más del 90% de ellos desarrollarán una infección crónica y de éstos, alrededor del 25% evolucionará a un cáncer o cirrosis del hígado.

Para prevenir este temible enfermedad, y secundariamente el cáncer potencial, existe una vacuna que se aplica desde el nacimiento, con dos dosis de refuerzo cada dos meses, con las cuales se alcanza una eficacia de protección hasta del 95%.

Protéjase Ud. y a sus hijos, de enfermedades incapacitantes y potencialmente cancerígenas; la prevención está en sus manos.

 

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Enfermedades

¿Deben vacunarse los niños contra el virus del papiloma?

La infección por el VPH (virus del papiloma humano) es una infección provocada por virus, algunos con proteínas llamadas «oncógenas» que pueden tener relación con cáncer de genitales (cervix, vagina, pene, ano…), particularmente los tipos 16 y 18. Los virus tipo 6 y 11 son de bajo riesgo aunque tienen relación con la formación de verrugas o condilomas que aparecen en genitales de ambos sexos y que, la mayoría de las veces, dan un aspecto muy desagradable desde el punto de vista estético, pero tienden a desaparecer espontáneamente sin tratamiento alguno. Existen muchos otros tipos de virus del papiloma que son de bajo riesgo y que en muchos de los casos pasan en forma desapercibida.

La infección es estrictamente de transmisión sexual por lo que aumenta su riesgo si las relaciones son con diferentes parejas; lo que no se ha documentado es que alguien pudiera contagiarse a través de alimentos u objetos contaminados o de mala higiene en general. Lo que sí es cierto es que la mayoría de las personas sexualmente activas tendrán VPH en algún momento de sus vidas y que éstos pueden desaparecer espontáneamente sin causar problemas para la salud.

Sin embargo, los tipos que se relacionan con el cáncer sí tendrán consecuencias graves, por lo que las recomendaciones de la práctica rutinaria del Papanicolaou siempre estarán vigentes.

Actualmente las vacunas que han salido al mercado han demostrado seguridad y eficacia en un 95-100%. Y en cuanto a la inmunidad a largo plazo sólo se ha observado excelente respuesta en los primeros 5 años y nadie puede asegurar por el momento que pudiera haber necesidad de un refuerzo posteriormente. Por consiguiente, si se quiere proteger al adolescente (varón o mujer) contra verrugas y cáncer en algún sitio de genitales deberá tomarse en cuenta como una vacuna indispensable.

Se ha informado que la vacuna cubre por lo menos el 70% de todos los cánceres cervicouterinos. Actualmente la edad sugerida para su aplicación es de los 9 a 26 años y son 3 dosis (una inicial, otra a los 4 meses y la última a los 6 meses siguientes) para lograr una protección completa. Es de tomarse en cuenta que la renuencia a aplicar la vacuna, además de tener un costo alto, es la creencia ingenua de que el adolescente tendrá más libertad para ejercer su práctica sexual. No debemos olvidar que la vacuna solamente protege contra algunos virus de VPH y el resto de enfermedades venéreas tendrán que prevenirse con el uso del condón o con otros métodos de barrera.

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Mitos y realidades

Cuidado con el aceite de comer

Todos sabemos que las infecciones de vías respiratorias constituyen en los niños un problema permanente. En el verano, por el uso de aires acondicionados y, en invierno, por las condiciones del clima y la consabida proliferación de virus en el ambiente.

Afortunadamente, la gran mayoría de las mamás reconoce que estos padecimientos son de comportamiento leve y transitorio, habitualmente manejados con medicamentos llamados sintomáticos.

Sin embargo, todavía existen remedios caseros ancestrales en los que se utilizan aceites, tanto vegetales (aceite de comer) como de origen animal (tlacuache: animal prehispánico con propiedades curativas), ingiriéndolos para los síntomas de estreñimiento, o aplicados directamente en las fosas nasales con la esperanza de aliviar los signos respiratorios. En las prácticas del levantamiento de mollera también es usual que se utilicen dichos aceites.

Al inhalarse, estas sustancias oleosas llegan al epitelio respiratorio produciendo una gran reacción inflamatoria, la cual desencadena un proceso neumónico y, a la larga, una fibrosis con severa afectación de la función pulmonar.

Recuerde que si va a usar aceites en los niños, que sea lejos de sus vías respiratorias. Porque, el lema de Hipócrates de «primero, no hacer daño», no sólo es aplicable a los médicos, sino también a todos los que tienen niños a su cuidado.