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Niño sano

Decir "no" también es educar

¿Por qué es tan difícil a nosotros los padres decirles «no» a los hijos y por qué ellos dicen «no» tan fácilmente?.

En nuestra práctica diaria cada vez constatamos más que los niños, desde temprana edad, no vacilan en oponerse a sus padres, a rehusar hacer lo que les ordenan, a decir simplemente «no». Por otra parte, los padres parecen temer a decir «no»a los hijos y lo consultan con frecuencia, porque siempre se ha inculcado lo importante que es para el crecimiento y el desarrollo armonioso de los hijos el respetar sus gustos, su ritmo de alimentación y sus periodos de sueño.

La idea de establecer normas o límites en casa con niños de 3 a 6 años es un tema controvertido. Sabemos que toda situación extrema perjudica el desarrollo del niño, pero la ausencia de las mismas es también perjudicial.

¿Cuáles son los obstáculos a los que se enfrentan los padres?

1) el no sentir energía suficiente para enfrentarse al hijo,

2) el no hacerlo por compensar el poco tiempo que le dedica,

3) padres inseguros o miedosos y con poca autoestima, que desean ser aceptados por sus hijos pase lo que pase, y que no confían en sus propias decisiones ni en su capacidad para defenderlas,

4) padres que, entre sí, tienen opiniones distintas sobre una misma situación, y solos se desacreditan,

5) padres que han recibido una educación demasiado estricta y quieren conseguir el efecto totalmente contrario para la formación de sus hijos.

¿Por qué hay que aprender a decir que «no»? Porque queremos que se forme y se convierta, con el tiempo, en un ser responsable, independiente y autónomo; el sentir la frustración se convierte en una experiencia positiva; decir que no le aporta seguridad, porque tarde o temprano se da cuenta que sus rabietas tienen un límite; el querer ser amigo del niño es un error, él debe ver al padre como tal para apoyarse durante la adolescencia; no dejarse tiranizar, porque a la larga termina uno esclavizado.

¿Cómo hacerle para decir «no»?:

1) hay que ser inflexibles con las normas sociales absolutas (acostarse con los padres, hacer daño a alguien…), y con las normas propias de casa (ver la TV, acostarse a tal hora…);

2) la autoridad se transmite con la mirada y el tono de voz: hay que explicarle de frente y con energía lo que debe obedecer;

3) en las rabietas hay que mantener una posición indiferente, él solo tiene que resolverla, que llore cuanto quiera;

4) hay que corregirlos en casa o en público, en la calle también somos padres…;

5) no dejarse chantajear con la expresión mala madre o mal padre, explicarle que uno también se enojaba cuando lo regañaban.

En conclusión, el niño debe aprender desde temprana edad y dejarle bien claro en su conciencia el «sí» y el «no», porque de lo contrario puede desarrollar una inconciencia egoísta o sumisa que lo puede convertir en víctima o verdugo de los demás.

Para leer más: Marcelli D. Le «non» de l’enfant est-il important dans l»education? Jour de ped e puericult 2008;21

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