Todos los niños son curiosos. A todos les gusta explorar y descubrir su entorno. Y en especial, los animales despiertan el interés de los pequeños.
La mayoría de las mordeduras de animales son prevenibles. Como papás y mamás, debemos enseñar a nuestros hijos a cómo acercarse a animales, cuáles evitar, cómo hacer «cariños» a las mascotas sin molestarlas. Debemos enseñar también que no se deben de molestar y que no se debe dar de comer a animales salvajes.
Cuando el accidente pasa, hay que saber qué hacer. Todas las mordeduras y rasguños que rompen la piel pueden causar infecciones. Por lo general, estas infecciones son tratables y de buen pronóstico, pero rara vez pudiera existir el riesgo de rabia, una infección peligrosa y mortal.
Lo primero que se debe hacer cuando existe una mordedura es limpiar el área con agua y jabón, e inmediatamente hacer presión con una gasa estéril o alguna prenda limpia si la herida está sangrando. Las heridas pequeñas y superficiales curan solas o con mínimos cuidados, pero siempre es recomendable comunicarse con su pediatra para describir la situación y esperar instrucciones. Siempre que hable con su pediatra trate de recordar detalles como qué tipo de animal era, si estaba vacunado, si lo capturaron, en qué lugar fue el incidente, así como tener a la mano la cartilla de vacunación del niño.
Es necesario acudir a consulta si el niño:
- fue mordido por un perro no vacunado (o que no se sabe si tiene vacunas), no provocado, o por algún animal salvaje.
- no tiene vacuna o refuerzo de la vacuna del tétanos.
- tiene una mordedura y la piel se torna roja, hinchada, dolorosa o caliente.
- fue mordido en la cara, cuello, manos, pies o articulaciones, aún cuando la herida es pequeña.
- tiene una laceración o herida profunda.