Un pensamiento frecuente que surge en la visita al pediatra es cuando él menciona que el niño «tiene una infección». Inmediatamente, los padres se imaginan que el niño requiere de un antibiótico.
En situaciones como ésta se resalta la importancia de una buena comunicación entre médico y paciente (o en este caso, padres del paciente).
Existen 4 tipos de infecciones (a muy grandes rasgos): por virus, por bacterias, por parásitos y por hongos. En cada grupo hay mucha variabilidad y los tratamientos son diferentes. Cuando el pediatra habla de un antibiótico, se está refiriendo a un medicamento que atacará a bacterias. Para los otros grupos, existen medicamentos agrupados con nombres similares: antivirales, antiparasitarios, antifúngicos.
Por razones obvias, no podríamos mencionar en este blog todas las características de cada grupo de microorganismos, ni de cada línea de tratamiento. Pero es bueno saber que la palabra infección no es igual a antibiótico.
Mantén una buena relación con tu médico. Siempre plantea todas tus dudas y pide que se te explique con detenimiento lo que no entiendas. El uso indiscriminado o mal empleado de medicamentos puede tener efectos nocivos, y en el caso de los antibióticos, puede generar bacterias más resistentes.