Probablemente a la gran mayoría de los niños, si no es que a todos, les ha sangrado la nariz en alguna ocasión. Hay niños en etapa preescolar que tienen hasta 2 o 3 sangrados a la semana. Aunque pueden ser muy impresionantes, los sangrados de la nariz generalmente no representan un problema serio.
Existen causas variadas que pueden predisponer a sangrados nasales: resfriados, alergias, traumatismos, poca humedad en el ambiente y gases o smog irritante, problemas anatómicos como pólipos, enfermedades de la sangre o padecimientos crónicos. De todo esto, las más frecuentes son cuestiones autolimitadas (alergias, humedad, que el niño se haya picado la nariz).
El tratamiento es sencillo: presión. Sólo necesita presionarse la parte suave de la nariz entre el pulgar y un dedo por lo menos por 5 minutos. El niño grande puede hacerlo por sí solo. Es importante que el niño esté sentado o inclusive parado, y con la cabeza ligeramente hacia adelante.
Si inclinamos la cabeza hacia atrás, como por costumbre a veces se recomienda, la sangre pasará de la nariz hacia atrás de la boca y será deglutida. El niño podría tener náusea o vómito después y parecerá que tiene un sangrado del tubo digestivo.
Si después de presionar 5 minutos el sangrado no ha parado, continúe presionando por 10 minutos más. Si después de esto continúa el sangrado, llame a su pediatra o vaya a la unidad de Emergencias más cercana. No trate de colocar gasas, algodones o algún otro objeto en la nariz.
Llame también a su pediatra si usted considera que el sangrado es excesivo, si se están repitiendo mucho estos episodios, y en general si nota otros síntomas en su hijo como fatiga, palidez, sudoración, falta de respuesta, o hemorragias en otros sitios.