Acaban de poner una antena de telecomunicaciones a un lado de una escuela. De inmediato se prenden las cadenas en las redes sociales. Comienzan las dudas acerca de la seguridad y los posibles efectos secundarios de vivir cerca de una fuente de radiación. Una búsqueda rápida en Google sólo complica las cosas. Si yo ya tengo una inclinación hacia un lado u otro, en internet puedo encontrar lo que apoye mis creencias. Si me suena que las antenas son dañinas, encontraré páginas con anécdotas y estudios al respecto, como Ciudadanos Para Una Tecnología Segura. Si creo que las antenas son seguras, encontraré páginas con estudios que me apoyan, como CEM&Salud. El mismo estudio mencionado en la página en contra de las antenas, es desmenuzado en la página a favor de ellas. Si nos encontramos un estudio de investigación que dice que en Tangamandapio, donde hay una antenota instalada, hay el doble de cáncer que en Parangaricutirimícuaro, donde no hay antena, puede sonar alarmante. Pero el hecho de que se haya hecho un estudio no significa que sus resultados sean verdad. Imagínense que en Tangamandapio haya más fumadores y más gente anciana que en Parangaricutirimícuaro, y que los autores del estudio no hayan tomado en cuenta esto. Pudiera ser que Don Jaimito y su familia tengan más cáncer por ser viejitos y fumadores, y no por vivir a un lado de una antena. Hay muchas cosas que pueden confundir en los resultados de un estudio. Si fuéramos investigadores, lo que podríamos hacer es una revisión sistemática: buscar por mar y tierra todos los estudios que hablen de lo mismo, en todos los idiomas, analizarlos, criticarlos, depurar los bien hechos de la paja, y sacar conclusiones. Pero como no lo somos, tal vez podemos apoyarnos en organismos que a esto se dedican, como la Colaboración Cochrane, o en organismos sin fines de lucro como la Organización Mundial de la Salud. De hecho, la O.M.S. tiene un comunicado referente a los campos electromagnéticos que emiten las antenas de telefonía celular. Otros organismos independientes, sin fines de lucro, dedicados a la investigación del cáncer tienen mensajes similares tanto para antenas como para el mismo teléfono celular. Dentro de los más imparciales que conozco están:
- Cancer Research UK, un organismo de caridad dedicado exclusivamente a la investigación del cáncer.
- Instituto Nacional de Cáncer de EEUU.
- MedlinePlus.
Y el reporte más completo que he encontrado, que junta todos los estudios hasta el momento, los analiza, y los critica de una manera transparente, es esta revisión sistemática. Dando un vistazo rápido a todo esto, y tratando de ser imparcial, mi impresión es que todo apunta a que el riesgo de cáncer por exponerse a estas antenas, bajo las regulaciones internacionales, es mínimo o inexistente. Pero como todo en la ciencia y en la medicina, esto sigue progresando. Cada vez usamos más ondas electromagnéticas y sigue estudiando su seguridad y sus posibles efectos adversos. Por lo pronto y hasta nuevo aviso, me siento tranquilo. Voy a prepararme unas palomitas de maíz en el horno de microondas para después sentarme a ver una película transmitida via WiFi hacia mi televisión, y con el smartphone a mi lado por si me hablan. Todos estos aparatos son fuentes de campos electromagnéticos y/o radiación no ionizante.
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2 respuestas a «Antenas, celulares y cáncer»
Excelente!!! Digo con la duda de sí se puede calentar la LM en el microondas, si es verdad que le mata nutrientes o no..
Hola, Marisabel. Ya me diste tema para otra entrada 🙂